Apenas ahora empiezo a comprenderlo.
En esta escalera que tiembla, sé que no hay forma de huir.
Ahora sólo debo vaciar mi mente y seguir adelante.
Ya
es hora de admitirlo todo, incluso esta fragilidad.
Porque también
soy yo, ¿verdad? Y por fin ha llegado el momento de enfrentarla.
Debo aprender a aceptarlo, ah, tomando de la mano al
dolor.
Mis ojos parpadean ante este día
irrepetible.
Y no quiero desperdiciarlo.
Siempre
viví engañada, incluso por mis propias ideas retorcidas.
Al
tocarlas, estas verdades opuestas sólo podían traer dolor.
Ahora,
aún sin certezas, como una luz precaria en una chabola.
Quizá
sea mejor seguir junto a esa tenue llama.
¿Quién
puede decir qué está mal y qué está bien?
Nadie tiene derecho
a imponérnoslo, por eso tomemos nuestras manos.
Ya
es hora de admitirlo todo, incluso esta fragilidad.
Porque
también soy yo, ¿verdad? Y por fin ha llegado el momento de
enfrentarla.
Debo
aprender a aceptarlo, ah, tomando de la mano al dolor.
Que
nuestras sombras se unan y se crucen, y rehagan la voluntad que nos
sostiene.
Ya
es hora de admitirlo todo, incluso esta fragilidad.
Preguntándome
a mí misma, hallé una respuesta que no es mentira.
Seguramente,
todavía no ha comenzado nada.

No hay comentarios:
Publicar un comentario