En la noche helada y pálida, nosotros temblábamos, buscando una luz que nos calentara.
Si
todo lo que he creído resultara ser mentira,
sentiría que mi
propia existencia se tambalea.
Así me pareció.
Pero incluso
en lo que logré y en lo que no pude lograr,
surge una tenue razón
para seguir.
Y en eso voy a creer.
Aunque
este sea el comienzo de una tragedia, te elegiría una y otra
vez.
Porque la duda fue lo que nos desgarró.
En
un solo lazo atamos nuestras promesas, manos unidas por un nudo que
no puede deshacerse.
Nacimos bajo el deseo de alguien más.
Y
si el dolor que comparten todos los seres vivos es amor,
entonces
lo sé… y aun así me duele.
Los restos
de tu sonrisa se acumulan como huellas en el mañana.
La
gota de nieve fina se derrite con el calor de mi mejilla.
Incluso
en mí, aún titubea una pequeña llama de vida.
Sin un lugar
adonde ir, habito en un vacío entumecido.
Si hubiera manos que
buscan calor, personas que compartan su tibieza…
Aunque
este sea el comienzo de una tragedia, elegiré este día una y otra
vez.
Porque el miedo fue lo que terminó hiriendo a alguien.
En
un solo lazo atamos nuestras promesas, manos unidas por un nudo que
no puede deshacerse.
Nacimos bajo el deseo de alguien más.
Y
si el dolor que comparten todos los seres vivos es amor,
entonces
lo sé… y aun así me duele.
Los restos
de tu sonrisa se acumulan como huellas en el mañana.
Una
luz rompe la oscuridad que susurra que jamás debí haber
nacido.
Perder, desgarrarse, lamentar… son esas penas las que me
guían.
En aquella noche helada y pálida, nosotros, al fin,
encontramos la misma llama.
En
un solo lazo atamos nuestras promesas, manos unidas por un nudo que
no puede deshacerse.
Nacimos
bajo el deseo de alguien más.
Y
si el dolor que comparten todos los seres vivos es amor,
entonces
lo sé… y aun así me duele.
Los
restos de tu sonrisa se acumulan como huellas en el mañana.
En
la noche helada y pálida, nosotros
tiritamos, tiritamos,
tiritamos, tiritamos.

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